Nuevo jueves, nuevas películas chilenas para ver en cualquier parte del mundo. Seguimos nuestra programación con dos cintas arriesgadas que plantean reflexiones sobre el cuerpo, el deseo y el poder. Reinos (2017) opera prima del director Pelayo Lira, es una historia de amor entre dos universitarios que construyen una relación fuertemente basada en el sexo, retratando una generación de clase media marcada por el consumo y la ascensión social. Por otro lado, El destapador (2012), de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda, un cortometraje que entrelaza el vínculo de cuatro personas que hacen resistencia desde sus trincheras, donde el propio cuerpo es un lugar de rebelión.
Reinos
En Reinos, Lira reflexiona sobre qué significa dejar de ser adolescente en el mundo de hoy y lo desalentador de un futuro incierto para la clase media en chile. Alejandro (Diego Boggioni) y Sofía (Daniela Castillo) son el núcleo narrativo del filme y mantienen una relación pasional vista a través de escenas sexuales intensas que miden la conexión emocional desigual entre ellos.
Planos de cuerpos entrelazados y rostros en intimidad se contrapone con la cotidianidad universitaria y la búsqueda de la independencia. Con el tiempo, los comportamientos adolescentes de Alejandro provocan el rechazo de Sofía que debe pensar cómo resolver su futuro por sí misma.
Producida por Diego Pino (Cangrejo Producciones) en coproducción con Yeniffer Fasciani (Niebla Producciones), Reinos está basada en el libro del mismo nombre de Romina Reyes (coguionista). Se estrenó mundialmente en la Competencia Internacional de la edición 19 de BAFICI, donde ganó el premio a Mejor Interpretación Individual para Castillo, siguiendo su recorrido por el prestigioso Festival Karlovy Vary y SANFIC13, entre otros.
El destapador
Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda se han caracterizado por un trabajo audiovisual que continuamente remite sobre los márgenes, desarrollando un cine transgresor por su contenido y también por los sistemas de producción del lenguaje. El destapador no es la excepción y nos propone una mirada profunda a personajes invisibilizados por lo mainstream, quienes resisten la violencia del capitalismo y haciendo un contrapunto entre lo exterior y el interior de una casa ocupada en Valparaíso. Ahí, 4 personas viven colectivamente, y es donde surgen conversaciones sobre la masa y el individualismo, mostrando el cuerpo como un lugar de batalla. Mientras que afuera, en el espacio público, ocurren variadas manifestaciones sociales a lo largo de la ciudad que son continuamente reprimidas por la fuerza policial.
Grabada en una casa ocupada en Valparaíso que fue allanada poco después del rodaje, los personajes incluyen una joven lesbiana que lucha por sus derechos, un tipo que experimenta con el dolor y una mujer mayor homofóbica. Una joya imprescindible en el cine chileno contemporáneo: presentamos al mundo esta obra por primera vez subtitulada al inglés en plataforma de streaming.